viernes, 18 de noviembre de 2011

El show del pádel sin público

Vista de afuera del Franco Pádel

Cuatros jugadores pelotean en una cancha de pádel. Mientras ellos se enfrentan, cincos luces blancas se encienden e iluminan  la pista de igual manera que en un estadio de fútbol. A las diecinueve y media hora, el sol se oculta y oscurece las calles del barrio de Monserrat. Sin embargo, el Club Franco Pádel reluce suficientes focos de luces para destacar su complejo deportivo, ubicado en la esquina México y Virrey Cevallos.   
 
Los competidores no se dan cuenta del detalle lumínico, porque siguen atentos al trámite del partido. La distracción es casi nula por el hecho que disputan el Torneo Clausura del Grand Slam 2011, donde clubes de Capital Federal (o también de Provincia de Buenos Aires) se ven las caras entre sí para definir un campeón.

Pasillo del club

De un instante a otro la pelota rebota contra un cristal trasparente, una de las parejas alienta mediante gritos efusivos y las zapatillas de un jugador se resbalan en cada corrida por el impulso de los pies. Esos tres ruidos son los únicos que escuchan constantemente en los alrededores. El pasillo, que está al lado de la cancha, se encuentra vacío: ninguna persona observa el encuentro entre Alejandro Takko y Norberto Torrado (Franco) ante la pareja Claudio Amoruso-Arturo Tarifa (Club A mí manera).

Un hombre, con anteojos oscuros y cabello canoso en los costados, se acerca a la pista  y apoya sus manos en el alambrado. El individuo en cuestión se llama Francesco y es dueño del local. Él observa con puntualidad el rendimiento de Takko y Torrado.

El oriundo de Calabria (Italia) afirma: “Mi hijo, Alberto Polola, juega en Primera”. A su vez, él agrega que las canchas se alquilan de noche “porque la gente trabaja todo el día” y no tiene tiempo para disfrutar el deporte.   

Francesco se retira del lugar y camina hasta el buffet. Allí lo esperan veinte personas, que se encuentran sentados en mesas circulares. Él se arrima a un grupo de amigos y conversa distendidamente.

Buffet que está al lado de la cancha de pádel

La muchedumbre que comía en ese sector miraba un programa deportivo que pasaba por la televisión. Una minoría charlaba y contaba largas historias de vida, justo al mismo tiempo que las parejas de pádel luchaban por ganar el encuentro. Los murmullos se elevaron hora tras hora. Las paredes del buffet estaban rodeadas de cuadros y reconocimientos.

Al terminar el cotejo, los jugadores sonrieron, se tomaron una bebida refrescante para  recuperar fuerza y se retiraron del club. Quedó atrás el partido de pádel, el silencio del ambiente y por sobre todo, el pasillo sin público.


                                                                                            
                                                                                                         SIEMPRE PICA ADENTRO
    

2 comentarios:

  1. Hice nuevamente la nota color del 5/09. La anterior se refería a una nota mano a mano con Francesco, dueño del club Franco Pádel.

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  2. Correcciones:
    Bien la idea. El posteo está más cerca de la crónica, porque siempre trabaja sobre el evento central.
    La idea de nota color sería, por ejemplo, que mientras se juega la final, vos trabajás sobre otro eje, que dos nenitos que entrenan padel en vez de ver ese partido miran al Barcelona en la TV del bar, por inventar algo.
    Bien la idea, de todos modos. El posteo suma al blog.

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